Hace muchos años atrás, cuando éramos unos niños de unos 10 años de edad, en Pachiza en aquellos tiempos no había energía eléctrica, las casas usaban su alcuza, nosotros entre los niños que se vivía como vecinos, en las noches de luna llena nos juntamos para jugar, nos poníamos hacer chistes y contar las estrellas. Una noche pasaba como siempre por nuestra calle, un profesor que vivía en una casa alquilada, nosotros al verlo le saludamos y le pedimos que nos cuente un cuento. El profesor nos dijo, muy bien niños les contare un cuento, todos se sientan y hacen un círculo, pero no en el centro de la calle, puede pasar un caballo corriendo y les puede golpear, tampoco se pegan mucho al cerco de esa huerta, puede por ahí jalarte el Tunche, nosotros nos acomodamos, todos casi juntos tratando que no estemos muy pegado al cerco de una vecina que era un terreno vació solo había arbustos, el profesor, dijo: siéntanse y todos en silencio, nadie hace bulla, y el profesor comenzó a hablar con una voz suave y misteriosa: |
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Había una vez, en un pueblo no muy lejos de aquí, vivía una abuelita muy solita, ella con los años que tenía, creo unos 100 años, ya no podía seguir viviendo, hasta que una noche se escuchó las campañas desde lejos, que indicaba que alguien había fallecido, las campanas repetían y repetían el anuncio del fallecimiento de la abuelita, la campana sonaba muy rápido talán talán, talán, talán y su eco se perdía en el monte. Pero esa noticia, despertó la curiosidad de un ladrón, que vivía cerca a la abuelita, él sabía que la abuelita tenia un anillo de oro en su dedo. El ladrón dijo: ese anillo será mío. -Nosotros nos juntamos más, todos estamos en silencio, escuchando y de miedo, el Tunche de la abuelita podría venir a fastidiarnos. El profesor siguió hablando: Al día siguiente los vecinos de la abuelita la llevaron al cementerio, el ladrón caminaba al lado del ataúd de la abuelita, tratando que si se descuidaban el abriría el ataúd y sacaría el anillo, pero no podía. Luego la abuelita fue sepultada y la gente regreso al pueblo. Así llego la noche, esa noche era una noche oscura y tormentosa, el cementerio en medio de la selva estaba envuelto en una niebla espesa. El ladrón, decidido a robar el anillo camino hacia el cementerio, tratando que nadie lo viera, se deslizaba entre las tumbas, buscando la tumba de la abuelita y sacar su botín. Sus ojos se detuvieron en la tumba de la abuelita, había llevado una pala y comenzó a cavar. |
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El ladrón con cuidado, abrió la tumba y comenzó a buscar cosas de valor, de pronto vio que brillaba algo y se fijó que era el anillo de oro, con un diamante. El ladrón quería sacar el anillo del dedo de la abuelita y no podía, de pronto, empezó a sonar las campanadas del pueblo, talán, talán, talán y su eco se perdía en el bosque, esas campanadas indicaban las 12 de la noche. -Nosotros todos juntos en silencio se seguía escuchando la historia, el viento soplaba y se sentía un poco de frio… El profesor seguía: El ladrón como no podía sacar el anillo, saco su navaja y corto el dedo de la abuelita, le metió en su bolsillo y salió del cementerio, comenzó a caminar hacia el pueblo, pero ese instante la niebla se puso más espesa, el ladrón a las justas podía ver donde pisaba, resbalando seguía el camino apresurado, pero no podía avanzar mucho. Te pronto escucho entre la niebla una voz que decía: ¿Quién tiene mi dedo?, la voz era suave, pero firme. El ladrón asustado se dio la vuelta, pero no vio a nadie. "¿Quién está ahí?" preguntó, intentando ocultar el temor en su voz. Y todo seguía en silencio. De pronto se escuchó de nuevo: talán, talán, talán y el eco se perdía en el bosque; era las campanadas de la iglesia que aún estaba lejos e indicaban las 3 de la mañana. Luego de nuevo se escuchó la voz: ¿Quién tiene mi dedo?, en ese momento el cuerpo del ladrón se estremeció, su corazón comenzó a latir más rápido. Y de nuevo escucho la voz más cerca del él: ¿Quién tiene mi dedo? -Nosotros en completo silencio como si estuviéramos en el lugar, en medio del ladrón y la abuelita fallecida… El profesor seguía: De nuevo, a un lado del ladrón se escuchó, la voz entre la niebla espesa: ¿Quién tiene mi dedo?, devuélvamelo. El ladrón atónito, sin saber qué decir y no podía moverse, se escondió entre los arbustos y estaba temblando de frio y de miedo. La abuelita continuó: “¿Quién tiene mi dedo? Devuélvamelo, y te perdonaré la vida". El ladrón, asustado, trató de huir, pero sus pies parecían estar clavados en el suelo. Las campanadas de la iglesia de nuevo sonaron, talan, talan, talan. Luego se quedó todo en silencio, no se escuchaba ningún ruido. Un silencio total. - Niños no hagan ruido - Dijo el profesor. Y él continuo. |
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Cuando todo estaba en completo silencio, la abuelita dijo de nuevo con una voz suave: ¿Quién tiene mi dedo?, volvió a repetir con una voz muy suave: ¿Quién tiene mi dedo? De repente, el ladrón que estaba escondido y en silencio, el profesor se quedo en silencio unos segundos dijo con voz muy fuerte: ¡YOOOOOOOOOO! -El grito del profesor nos asustó, todos nos levantamos y corrimos a nuestra casa, el profesor se reía y nos decía, niños vengan, les cuento otro. Pero yo con una pierna medio adormecido, me acerque al profesor, que estaba riendo con una sonrisa pícara. "¿Por qué gritaste, profesor?", le pregunte. El profesor se acercó y me dijo: "Porque, mi querido alumno, la magia de la noche solo se puede sentir cuando se vive con intensidad. Y un buen susto es la mejor manera de recordarlo". Los niños que nos quedamos con él, ya tranquilos, nos despedimos del profesor y nos fuimos a dormir con una sonrisa, soñando con la magia del bosque, las campanadas, la abuelita y el grito del profesor...
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*********************************** Autor: RGM Publicado: 03-08-2024 *********************************** |