En la selva profunda, hace muchos años atrás, se decía que deambulaba por las calles la Runamula. Los abuelos contaban que era el espíritu de una mujer que era infiel a su esposo, cuanto más amantes tenía, su espíritu se transformaba en una Runamula y si la Runamula tenía su jinete es porque uno de sus amantes era un cura o padre de la iglesia. Los abuelos contaban que habían visto a la Runamula en las calles oscuras e incluso pudieron agarrar su montura. También contaban que, si alguien lo hería o golpeaba, la mujer que era la infiel se levantaba al día siguiente con la herida o golpe donde la Runamula había sufrido. Uno de los antiguos pobladores de Pachiza contaba a sus nietos esta historia: Hace muchos años atrás, una noche don Telésforo, estaba con unos pates de leva de más, mejor dicho, un poco mareado y se sentía el valiente, decidió buscar y atraparlo a la Runamula, que se decía que aparecía en las madrugadas por las calles silenciosas del pueblo, él esperó escondido entre los arbustos, ya cuando eran como las 3 de la mañana, escucho los pasos de la Runamula que relinchando muy suave avanzaba por las calles. Don Telésforo con un cordel en mano, contuvo la respiración, él esperaba que se acercara más. La luna llena iluminaba la calle y podía ver claramente la figura de la Runamula, su melena al viento y su mirada brillante en la oscuridad, llevaba unas riendas y una montura que reflejaba la luz de la luna. Cuando la Runamula estuvo lo suficientemente cerca, don Telésforo saltó de los arbustos y trató de agarrar las riendas de la Runamula. Pero la Runamula era más rápida y escurridiza de lo que él había imaginado. Se escapó de don Telésforo con facilidad y corrió por la calle, relinchando y pateando hacia el aire. Don Telésforo se levantó del suelo, decidido a no rendirse. Siguió a la Runamula, por la calle tratando que la Runamula no le mire. La gente del pueblo, despertada por el ruido de la Runamula, no se atrevían a salir o asomarse a las ventanas, ellos decían algo malo estaba pasando afuera. De repente, la Runamula se detuvo en la plaza del pueblo, la plaza no era más que un área con gras, palmeras y algunos árboles de frutas. Ella se volvió hacia don Telésforo. Su mirada brillaba con una luz sobrenatural y su relincho se convirtió en un desafío. Don Telésforo se escondió, cuando la Runamula pensó que todo estaba tranquilo y en silenció comenzó a jugar con las plantas, él se acercó lentamente. La Runamula de pronto levanto la cabeza y galopeo hacia don Telésforo, él tiro su cordel y el lazo ingreso en el cabeza de la Runamula, la Runamula al sentirse atrapada comenzó a dar brincos y se golpeó contra un árbol de mango, don Telésforo agarraba el cordel con toda su fuerza. La Runamula, enfurecida, comenzó a saltar y a golpearse contra el suelo, intentando liberarse del lazo que don Telésforo había lanzado con habilidad. El cordel se tensó alrededor de su cuello, pero la Runamula no se rindió. Don Telésforo, sorprendido por la ferocidad de la Runamula, se acercó con cautela, intentando calmarla. Pero la Runamula seguía pateando y relinchando, su mirada brillando con una luz salvaje. Cuando don Telésforo se acercó a la Runamula y estaba agarrando la montura, la Runamula comenzó a correr por una calle con dirección al monte, con don Telésforo colgando de la montura, sintiendo el viento en su rostro y el corazón latiendo, se aferraba con todas sus fuerzas, temiendo caer y perder la oportunidad de obtener la montura. De repente, la Runamula se detuvo en un claro del monte, rodeado de árboles altos y silenciosos. La Runamula lo miró con una mirada intensa, como si estuviera evaluando su valor. Luego, con un movimiento rápido, se quitó la montura y la arrojó a los pies de don Telésforo. |
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La montura brillaba con un resplandor dorado, y don Telésforo se inclinó para recogerla. Pero cuando lo hizo, escuchó una voz suave y melancólica que le decía: "Recuerda, don Telésforo, que el verdadero tesoro no es el oro, sino la sabiduría y el conocimiento” Luego la Runamula desapareció cojeando hacia el bosque. Don Telésforo se quedó solo en el claro, sosteniendo la montura. Don Telésforo se sintió invadido por una sensación de tristeza y arrepentimiento. Se dio cuenta de que la Runamula no era solo un mito o un espíritu maligno, sino una criatura con sentimientos y emociones. El regreso a su casa, pero no como un héroe triunfante, sino como un hombre cambiado por la experiencia. Contó a los demás lo que había sucedido, pero nadie le creyó. Sin embargo, don Telésforo sabía la verdad, y eso era lo que importaba. La montura se convirtió en un símbolo de su aventura y de la lección que había aprendido. La guardó en un lugar secreto, como un recordatorio de la Runamula y de la sabiduría que le había impartido. Don Telésforo al día siguiente en el pueblo trataba de averiguar quién de la población había amanecido o levantado mal, con heridas o golpes, don Telésforo recorrió el pueblo, preguntando a los vecinos si alguien había amanecido con heridas o golpes. Al principio, nadie parecía saber nada, pero luego, una anciana se acercó a él y le susurró: "Don Telésforo, he visto a la esposa de don Fidencio que amaneció con un ojo morado y un brazo mal, ayer en la noche ella estaba bien. Ella dice que se cayó de su cama, pero yo creo que es más que eso". Don Telésforo agradeció la información y se dirigió a la casa de don Fidencio. Cuando llegó, la esposa de don Fidencio lo recibió con una mirada nerviosa. "¿Qué pasa, don Telésforo?" preguntó. "Simplemente quería visitar a tu esposo y saber si desearía que lo trajera chancaca, usted no se ve bien”, respondió don Telésforo. La esposa de Fidencio dudó un momento antes de responder: "Todo está bien, don Telésforo. Solo un pequeño accidente doméstico". Mi esposo no está, viajo a vender su maíz a Iquitos" Don Telésforo no estaba convencido, pero no presionó más. Sin embargo, recordó que: "Si a la Runamula lo herían, a quien la Runamula representaba se levantaba con esa herida". |
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Don Telésforo entonces había confirmado que la Runamula si existía y representaba a una mujer infiel. Siempre los pobladores querían atraparlo en las madrugadas, pero el miedo les invadía no salían de sus casas en la madrugada. Con el paso del tiempo, el pueblo cambió. La luz eléctrica iluminó las calles, los vehículos reemplazaron a los caballos y la vida se volvió más rápida y ruidosa. La Runamula, que una vez deambulaba por las calles del pueblo, comenzó a sentirse incómoda en su entorno. Prefirió mantenerse en los caminos de la selva, donde la oscuridad y el silencio eran sus aliados. Allí, podía seguir su existencia sin ser molestada por la modernidad que había invadido el pueblo. Don Telésforo guardo esa montura en un lugar donde no podría despertar la ambición de quienes podrían verlo, se dice que lo enterró por un lugar llamado Santa Ana. |
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Y así, la Runamula sigue siendo parte de la historia del pueblo, un recordatorio de la pasión y la libertad que late en el corazón de una mujer infiel. Su leyenda se transmite de generación en generación, un cuento que se susurra alrededor de las fogatas y en las noches de luna llena. |
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*********************************** Autor: RGM Escrito y 1era Publición: 10-05-2012 Corrección y 2da Publición: 27-07-2024 *********************************** |